Con la piel en la almohada mi pensamiento se despierta, dejándome inquieta en la oscura madrugada, echando anclas a las saetas del reloj sin dejar rincón donde no me hagas falta.
Edifico mis murallas y derrumbo mis fríos, siguiendo el curso del río de tus aguas calmas,
deshaciendo mi cama con los abrazos que necesito, sintiendo en mi oído el susurro que me mandas. Escudada en el te amo que dejas en mi mejilla, miro por la mirilla del alma que me tiembla, para poder darme cuenta que fue una pesadilla, y sigues, vida mía, tan dentro de mis venas que escupo la perversa ironía para encontrarla salida que más dentro tuyo me meta.
Ya despierta, asomada a la ventana de los suspiros, respiro... y es tu cuido el que me viste...
y persiste el aroma de su rosa que tan adentro nos aflora y tan afuera resiste.
Esencia