
El ritmo de la vida no es la manibela que nos acciona a nosotros, el tiempo calza a su modo el agetreo de sus zapatos, pero para amarnos... el tiempo no interviene, el alma lo detiene para absorver su amplitud, y el azúl regala sus bienes para que el siempre nos muestre luz.
A la vuelta de cada sonrisa un tiempo ido en latidos que permanecerán , que arderan donde la hoguera haya dormido, mostrándonos que el camino no termina jamás aunque el tiempo no viaje al compás ni nosotros pretendamos seguirlo. Y me planto en jarra mirándole a la cara sin temor ni rencor, con este mi gran amor que me traspasa para decirte de una vez, pasa... no hay nada que esperar, el tiempo volverá a por nosotros si nos quedamos solos, donde se quedan los amantes a suspirar... y luego, seguiremos el caminar, con los besos en los hombros y todo... donde nada se puede borrar.
Esencia