Se retuercen los silencios cuando el alma grita, y oímos como palpitan los íntimos recuerdos, tan cómplices que paralelos aún nos caminan por más que la vida la hagamos agujero donde gana el ego, el celo y la huída. Maldita profecía de no se que infierno. Retorcidas las entrañas de tantos poemas que aún nos queman entre las manos y sus espasmos siguen calientes, tanto que son vivientes y parecen llamarnos.
Esencia