Soy el brebaje de los ladridos rabiosos donde el silencio se arrodilla y llora,donde aboga un frío pecaminoso y un verso oscuro vestido de tierra de cementerio,y sus voces sepultadas en el celebro del campanario que repica en mis entrañas.Ya no dudo,no existe el mañana ni el después,los ratos se resumen a diminutos segundos de presente viviencia,y tienen la vigencia del golpe del latido que, con un ronco aullido puede llegar su sentencia.Esquivé de esa serpiente que me quiso para posar su veneno,aunque asomó la cabeza y puso su poncho sobre mis hombros y el cuchillo al rojo vivo junto a la muerte,no pudo aún así retenerme,no porque aún me queda pendiente un amanecer junto a tí.
Esencia