Moriré besándote donde antes me renacieron tus besos, y sin esperanzas de encuentro me encontraré donde siempre, con tu alma ardiente y tus labios silencio. Moriré besándote al final de cada jornada y cuando desperece el alba al nacer la nueva regaré la siembra de esas sensaciones que serán labores de prioridad extrema hasta que me muera o me retomes. Moriré en las flores de tus poemas, besando las letras llenas de besos que por mí nacieron y a mí besaron con el impune descaro de matarme a besos.
Esencia
Esencia