Voy muriendo en brazos débiles de flacucho porvenir, y he de rendir alguna cuenta con el poema que te quedó por escribirme aunque me cueste decidirme en lo que ya está decidido y no haya más testigo que tu corazón y mi sentir. Tengo las heridas de tantas noches a luz abierta, tan despierta de angustia y tan dormido el abrazo que me complazco de morir ya que dormir se me ha vetado y no hay milagro que suceda sin tí.
Esencia