Piérdete donde mis ojos no se caigan de pena. Donde mis venas no alteren su condición y el corazón no reviente las arterias de la condena impuesta por vos. Sal del hueco llamado mi ser, deja de hacer lo que nunca has hecho con el estrecho trozo de piel que tiene la sed de mi sentimiento. Huye de mí que soy real, vuélvete lunar y eclipsa el espanto que hecha su manto hasta cegar el dulce soñar de creer en tu milagro. Vete del poema que me debes, sana la fiebre que envenena y borra la resta de los deberes que quedarán pendientes sin ninguna tregua.
Esencia